cierro los ojos y huelo

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tengo una falla cognitiva:
no reconozco tu rostro
en la ciudad en donde vivo
es
una condición médica certificada
que no afecta en principio
a mi potencial de autoexplotación
por suerte
el DSM la diferencia
categoricamente
de la mera alucinación simple
y de la psicosis
hormonal de verano


que tienes ojos verdes
y cabello
en pantones de fuego
que cambian al compás
del humor de la estetista en cuestión
esos dos datos
los sé
mas no te encuentro en ninguna fila de Rapipago
en ningún bar con promo
de medialunas y café diluido
en derivado bebible de lácteo
en ninguno de los barrios
que destaza el subte:
sólo veo autos arder
frente a los árboles de más de tres pisos en la plaza
y niños
bramando alaridos con uno
o dos de sus brazos alzados
algunos
con puños tiernos apuntando a la inmensidad
no logro identificar
a los aterrados y a los contentos
todos tienen sus pupilas dilatadas por el fuego

'es neurológico'
me dice el neurólogo do Nacimento
y le creo
porque no es cualquier médico de guardia
de esos que hacen doble turno
para pagarse apostando la deuda
acumulada en cocaína
le creo
porque en el buscador online de la cartilla
su apellido aparece primero
incluso antes
que Wernicke y que Broca
incluso antes
que Dr. House

'es un problema en lo real'
dice mi analista
y no le entiendo
pero le pago
y sonrío con intereses
y su voz retumba
como tambor umbanda en mi cuerpo
y su eco ruge
al salir del edificio
y vibra
al atravesar la línea que puntea
los límites de Palermo
Branding y Almagro
una vez abiertas
las puertas enrejadas del ascensor

tu cara es una luna que nace todas las noches
en un cielo límpido
miro impúdico el manto ancestral de una virgen
y te busco impaciente entre los signos
pero sólo encuentro a Leo
impío
arrancando la cabeza del siguiente sol
que la humanidad no heredará

en este laberinto de miradas
maridadas con desconcierto
que sólo dejan la impronta
de la fuga y el trueno
busco un Minotauro que en motocicleta me arranque
de un jalón las palabras
que me culebrean por los dedos
y me libere al fin
de este encierro en las promesas renovadas
de cloacas sin basura
de un desagüe
pluvial para los meses tristes
y de semáforos con Parkinson en amarillo
pero que pronto
muy pronto
llegarán a verde
en este laberinto llevo
colgado tu olor
como un talismán y una guía
lo llevo
clavado en el hipotálamo
horadando
con la determinación acéfala de un taladro hidráulico
haciendo fracking en mi memoria
como un perro que no está dispuesto
a ceder su mordida en rabia
junto al saber inútil
que hay un verde
y hay un rojo
en un cuerpo que transita la ciudad

Daniela Frankenberg