Mi viaje del año
para Lucía Pérez
hay un perrito en la casa de al lado
es un caniche blanco
con pelaje rizado
y pequeñas
manchas de petróleo bordeándole la mirada
de esos que te hacen sudar frío
porque al despertar
desconoces de qué es metáfora:
si es espejo
o
indignación
una tarde sin descanso
aullaron las sirenas
se hizo bardo en el barrio
resulta que el caniche
asesinó a su noviecita
y apareció enterrada entre el hueso de tira
y el cantero
mientras un tetra de Cindor
ubicado
en decúbito lateral izquierdo
goteaba como testigo sobre el alféizar que une
el afuera con la cocina
me angustiaba la imagen
de la vecina en ojotas
no sabiendo domar a su cachorrillo
¿acaso
no tenía cable?
¿Animal Planet? ¿NatGeo?
¿acaso no se cruzaba con otras dueñas en la plaza? ¿acaso no cargaba el gen
que determina al ejercicio de la violencia interpretativa durante los años lactantes?
aún con la pedagogía de Freire aplicada
a mamíferos hogareños
¿cómo alguien no puede
ejercer la domesticación?
me tranquilicé al fin
con el recuerdo de una película
en la que
todos los perros van al cielo
hasta convertirse
en sueños de análisis:
indignación
estupor
_ espejo