la mirada carbonizada de quien te cuida de lejos

hay un pedazo de cuero 

cuelga

se mece del otro lado

tiene forma de nube cárnica en mi ventana

es colmillos

y pelo pseudorizado lo cubre

como a un valle

el de los aullidos que sofocas para no despertar

a la sirena que ronca en la habitación contigua

tu madre empastillada

los celos que reptan fantasmas

en todos tus abandonos

un valle

ahogado

por una mano que es tu lengua en mi sexo

que es altar

en la piedra de tu nombre

mientras los gallos borrachos juegan al póker

mientras tus hijos prestados

galopan en jardines oscuros

en pesadillas ajenas

y parpadean sin control:

tu mordida en lo que veo

Daniela Frankenberg