la mirada carbonizada de quien te cuida de lejos
hay un pedazo de cuero
cuelga
se mece del otro lado
tiene forma de nube cárnica en mi ventana
es colmillos
y pelo pseudorizado lo cubre
como a un valle
el de los aullidos que sofocas para no despertar
a la sirena que ronca en la habitación contigua
tu madre empastillada
los celos que reptan fantasmas
en todos tus abandonos
un valle
ahogado
por una mano que es tu lengua en mi sexo
que es altar
en la piedra de tu nombre
mientras los gallos borrachos juegan al póker
mientras tus hijos prestados
galopan en jardines oscuros
en pesadillas ajenas
y parpadean sin control:
tu mordida en lo que veo